Cuando estaba sentado en las aulas del CEC, no era un estudiante de calificaciones perfectas, y algunos podrían decir que era un «poco dejado». Incluso dudé de mí mismo en muchas ocasiones y consideré votar la toalla varias veces. Sin embargo, con el tiempo, he aprendido que lo más importante no son las notas perfectas, sino el conocimiento. Aprender sobre algo que te apasiona, incluso, se convierte en una experiencia divertida.

Los invito a ser curiosos, a buscar la lógica en las cosas, a levantar la mano, hacer preguntas y voluntarear. Conozcan nuevas personas, viajen, aprendan de diferentes culturas y, lo más importante, construyan una red de contactos. El mundo se mueve gracias a las conexiones, y nunca saben a quién podrán pedirle un favor en el futuro.

No importa cuán locos sean sus sueños. Encuentren lo que realmente les apasiona, y está bien si aún no están seguros de ello. Cuando estaba en la escuela, pensaba que sabía lo que quería, pero en el camino me he dado cuenta que estaba muy equivocado. Es más, aún sigo explorando lo que en verdad me apasiona. Está bien cambiar de opinión, está bien no tener un camino perfectamente trazado. El tiempo que toma a ti hacer las cosas es el tiempo perfecto, y tu éxito es único, no lo compares con nadie más.